Nuestro empleo constituye una parte importante de nuestro día a día y de nuestra vida en general, por ese motivo es de vital importancia elegir correctamente lo que nos apasiona para desarrollarnos laboralmente de la mejor manera, aprovechando nuestras habilidades y talentos. Sin embargo no siempre ocurre así, actualmente existen relaciones “tóxicas” con el trabajo que nos impiden desenvolvernos abiertamente como personas y explotar nuestro máximo potencial.
¿El trabajo en el que actualmente te desempeñas te hace feliz?, una pregunta simple pero suficiente para reflexionar si verdaderamente nos encontramos en el camino correcto para conseguir nuestras metas a mediano y largo plazo. Si bien, hay empleos que se convierten en el medio para un fin, ya sea para el financiamiento de proyectos personales, el contacto para nuevas oportunidades o alguna otra opción de superación personal y profesional, la clave radica en no perder de vista el “trabajo de nuestros sueños”, y ponernos en marcha para materializarlo.
Durante mucho tiempo han quedado arraigadas ciertas percepciones erróneas respecto a la relación con el trabajo que han perdurado en nuestros días, en parte fomentadas por nuestros padres y personas de generaciones pasadas, aunadas a cierto tipo de inseguridades que fomentan las relaciones laborales tóxicas, poniendo como ejemplo el estancamiento profesional por priorizar la “antigüedad” o permanencia en los trabajos.
Otro factor clave para definir nuestra relación con el trabajo es el tiempo que le invertimos a este, pues de acuerdo con diversos estudios, trabajar más tiempo del establecido no sólo deviene en un agotamiento físico y mental mayor, sino que podría desencadenar problemas crónicos a la salud, como es el caso de ciertas enfermedades cardiovasculares, esto sin mencionar el bajo desempeño, absentismo por diversos padecimientos, irritabilidad y otros signos de fatiga, además de los trastornos de ansiedad y estrés.
En ese contexto, también es importante meditar si nuestro trabajo permite que podamos invertir tiempo a actividades que nos favorezcan a nivel personal en el día a día, es decir haciendo deporte o meditación, a realizar alguna actividad nueva que sea de nuestro interés, a nuestro conocimiento, a nuestro esparcimiento y a sobretodo a la convivencia nuestros seres queridos.
De acuerdo con un estudio que publicó la revista Social Psycological and Personality Science, en el que participaron 4 mil 500 personas, el 64% de los votantes valoró con más importancia el dinero que el tiempo, para alcanzar la felicidad, sin embargo, las personas que priorizaron sobre su disponibilidad de tiempo resultaron ser más felices.
Tomando en cuenta el panorama laboral de la actualidad, la generación Z o también conocidos como Zillenials, han mostrado resultados que rompen paradigmas en el tema de las relaciones laborales, priorizando más en su bienestar personal previo a relacionarse en un ámbito laboral tóxico que los haga ser infelices.
Esta generación ha visualizado que la antigüedad en alguna empresa no significa estabilidad (también considerando el nuevo esquema de jubilación) y que un salario no equivale a comprometer sus valores personales y su tiempo, lo cual esperamos no solo sea un cambio generacional de los empleados, sino también para los empleadores.
Quizá la generación Z sea la que deje un precedente de reflexión sobre el tipo de relación que tenemos con nuestros empleos, dándole siempre mayor importancia a la salud mental y física por encima de un salario fijo y una prevalencia en la zona de confort que un empleo “formal” trae consigo, esto en el entendido que “la vida es muy corta” como para dedicar la mayor parte de nuestro tiempo en algo que no nos haga felices del todo, el chiste no es vivir para trabajar ni trabajar para vivir, es encontrar lo que nos apasiona para que todo fluya.
