Nuestra sociedad esta pasando por una transformación de valores propia del siglo XXI, vemos diario que hay más ideales de integrarnos de una manera mucho más orgánica y respetuosa. La inclusión, equidad de género y sobre todo la desestigmatización de ciertos clichés que eran nocivos para la convivencia van impregnándose poco a poco en las nuevas generaciones. Uno de los ámbitos en donde podemos observar es en el futbol, un deporte, hobbie totalmente intrínseco a la sociedad en México, pero ¿qué pasa cuando este, una actividad tradicionalmente, y equivocadamente asociada a la masculinidad, a los hombres, e incluso a la hombría, se fusiona con estos nuevos valores? ¿qué impedimentos se encuentra? ¿qué tiene por aportar al deporte y a la gente que gusta de este?
A titulo personal como aficionado y amante de los deportes, no solo del fútbol, pienso que este también va acompañado de ciertas reglas y principios, que estos deben aportar valores que nos ayuden a crecer como personas: el trabajo en equipo, la fraternidad, la cultura de que la dedicación y esfuerzo te van a rendir frutos; y como aficionado por supuesto que es valido usarlo como un camino para desconectarse un rato del mundo, pero no solo dejarlo en eso.
Todos hemos visto esos videos y memes en los que se hace burla de aficionados con reacciones exageradamente desenfrenadas: gente llorando desconsoladamente, gritos eufóricos, apuestas desmedidas y más allá de la gracia que nos pueda hacer los invito a hacer el ejercicio de reflexionar ¿qué fue lo que llevó a esta gente a tener una reacción así? Y no habló de lo meramente obvio como el resultado de un partido de futbol, sino lo que esta más allá; el vacío que una persona debe tener para recurrir a estas actividades para sacar sus sentimientos (positivos y negativos).
Muchos coincidirán conmigo, gran parte de las personas que gustan de este deporte, también es en estos momentos donde aprovechan para sacar sus emociones. Este es uno de los pocos espacios que a lo largo del tiempo se le “dio permiso” al hombre de mostrar sus sentimientos.
Yo me atrevería a proponer un enfoque mucho más proactivo; usar estar brecha que la mayoría de los aficionados tiene para crecer como personas, para quitar el estigma de que los hombre no hablan de sus sentimientos, que no lloran, que son fuertes, para demostrarnos que si podemos hacer todo esto, sí puede pasar en público, y que esto no representa un decremento en nuestra reputación, al contrario debe de servir y que sea un declaración de seguridad en sí mismo. Por supuesto esta propuesta no se debe de quedar en el deporte nada más, el propósito es que se expanda a la vida de cualquiera, pero si puede servir como punta de lanza para poder romper estos esquemas que resultan tan perjudiciales para todos.