Vivimos en una era donde la exposición y el libre albedrío de nuestra aura sexual cada vez está más normalizada, aceptada y sobre todo, monetizada. Desde sus inicios, el lado moderno y faltante de normativas del Internet nunca tendrían en cuenta el consentimiento para su consumo. Así, en los 2000; en una época donde las estrellas eran como los planetas y el despoje de privacidad buscaba agotar cada vez más sus recursos, las celebridades en particular fueron blanco de esa privación tan obsesiva, que el control sobre ello era extremadamente imposible.
Así, hace semanas, salió a la luz el documental de Pamela Anderson Con amor, Pamela, en donde se toca un tema que paralizó al mundo en la década de los 2000: el gran Sex tape. En palabras de Anderson, la palabra ‘’violación’’ puede describir perfectamente lo que sintió en el momento de la filtración de la cinta, material que fue robado de su casa.
El caso de Pamela Anderson fue mucho más allá, pues se habla de una época en donde el Internet iniciaba, convirtiéndolo en el primer sex tape en ser una hemorragia mundial con cifras absurdamente millonarias en su reproducción y claro, en su comercialización.
Pamela y su esposo de ese tiempo, Tommy, no luchaban con el fin de tener beneficio de ello, si no por la simple razón de ser algo que les pertenecía y que en la experiencia de Anderson, fue humillante. Lamentablemente, por cuestiones de salud mental y experiencias horrendas por parte de los abogados, Pam y Tommy decidieron abandonar la demanda sin saber, hasta el día de hoy, quién fue el causante de lo que sería la gran ola de filtraciones de la década.
Paris Hilton tenía 15 años cuando se filtró el sex tape de Pamela Anderson y no fue hasta 2003, cuando se encontraba en la cúspide del éxito con su programa The Simple Life, que una cinta íntima se filtró y contra la reputación de su familia, herencia y todo lo que con llevaba ser una Hilton, Paris decidió proceder una demanda, misma que más tarde y por motivos parecidos a los de Pam, decidió abandonar. Incluso, se había dicho que Paris recibía ganancias de ello, pero en 2013 declaró que nunca se le había dado ni un dólar y que no querría dinero de esa acción.
Y el más famoso de todos, donde esta situación le jugó quizá y de cierto modo como algo beneficioso, el sex tape de Kim Kardashian. En 2002, Kim filmó una cinta con su entonces novio, el cantante Raj J, material que tiempo después vería la luz gracias al propio Raj. Así, mientras el mundo estaba convencido de que Anderson y Hilton lanzaron sus cintas para su propio beneficio, muchos sospecharon de esta misma narrativa de Kardashian e incluso, que su madre Kris Jenner fue participé de tal filtración.
Desde el primer momento, se le consideró más desesperada, hambrienta de fama y la cinta fue llevada a Vivid Entertainment en 2007, comprada por el módico precio de un millón de dólares, proveniente de una fuente no identificada; el mismo año en que se estrenó Keeping Up With The Kardashians.
Esta material se considera como el último vídeo sexual “exitoso” de celebs, marcando el fin de la era desesperada de los medios por las filtraciones sexuales. Hoy en día, podría decirse que el elemento del control se convierte en el eje atractivo para la creación de este tipo de contenido, tal y es el caso de la plataforma OnlyFans. La violación a la privacidad deja de ser lo que era y el ‘’control’’ se convierte casi o más bien en una especie de ilusión.
Parece ser que la cultura ya ha madurado y con cierto nivel de empatía y leyes en el tema de la privacidad, tomado a protección por la sociedad.
