Exfoliar tu rostro es uno de los pasos más relevantes de tu rutina de cuidado de la piel, así que si aún no lo implementas, es momento de comenzar. Su importancia radica en lo necesario que resulta remover las células muertas que se acumulan en el rostro, las cuales van formando una capa delgada sobre la piel que no permite que respire adecuadamente y se regenere de manera natural.
La piel de tu rostro se compone de tres capas de piel que se van renovando normalmente cada 28 días y que, en teoría, se van eliminando de la capa externa de tu piel de manera natural; sin embargo, hay diversos factores por los que este proceso de depuración resulta un poco más complicado. Principalmente, estos tienen que ver con la contaminación, cambios hormonales, alimentación y hasta el uso excesivo de cremas hidratantes, los cuales evitan que estas células desaparezcan de manera efectiva.
Por esta razón, exfoliar la piel es tan relevante, ya que te ayudará con la regeneración celular, gracias a que elimina la acumulación de células muertas y limpia los poros e impurezas que ni tu doble limpieza permite remover del todo. Puedes optar por utilizar un exfoliante físico para ayudar con la regeneración de la piel, dándole un aspecto mucho más suave y previniendo que tus poros se obstruyan.
O bien, puedes utilizar un exfoliante químico, los cuales son mayormente recomendados por dermatólogos porque son menos agresivos con tu piel; estos te ayudarán a disolver de manera suave las células muertas y acelerarán el cambio celular de tu piel, erradicando las manchas obscuras y refinando la apariencia de los poros.
En general, los exfoliantes son un paso imprescindible que trae muchísimos beneficios a tu piel: puede prepararla para recibir cualquier tratamiento de mejor manera, te ayuda al momento de afeitarte para que la máquina no arrastre de manera agresiva por tu rostro, da brillo a tu cutis y hace que se vea aterciopelado.
Los expertos recomiendan realizar este paso una vez a la semana o cada quince días, dependiendo de lo que necesite tu piel. Es sumamente importante no realizarlo más veces, recuerda que llegar a los excesos en todo siempre traerá consigo consecuencias negativas.
Si bien, al realizar este proceso en repetidas ocasiones en un lapso corto de tiempo podrás notar muchos mejores resultados en las primeras semanas, a la larga lastimará tu rostro, causando daños que pueden ser irreversibles.
Las consecuencias más comunes de sobreexfoliar son el enrojecimiento, la sensibilidad, la descamación de la piel y la irritación del rostro. Esto normalmente le ocurre a las pieles más sensibles, sin embargo, si abusas de exfoliarte podrías provocar también resequedad y que la piel se vuelva grasa con tendencia a acné, puesto que no permites que la piel se regenere de manera correcta.
La piel de nuestro rostro tiene una función de barrera protectora, al sobre exfoliarla la dejaremos desprotegida y vulnerable a los factores externos, por lo que la dermis se vuelve mucho más propensa a infecciones en mucho más complicada de sobrellevar. Y en caso de que hayamos eliminado por completo la barrera de la piel, será necesario tomar tratamientos para poder volver a construirla.
Ya que conoces esta información, evita exfoliarte más de una vez a la semana y en caso de que sientas que tu piel está irritada o te brotan muchos más granitos en el rostro, suspende las exfoliaciones y acude a tu dermatólogo para que pueda darte un diagnóstico adecuado.