Cuando googleamos “hombre exitoso” y vamos a las imágenes, tal vez estas reflejan lo que eres o lo que aspiras a ser, pero, ¿y si no? Es verdad que no todos tenemos el mismo significado de éxito en nuestras mentes; tal vez para unos radica en la familia, otros en los negocios u otros más en su vida profesional.
Lo preocupante es que, como hombres, atendamos dichos estereotipos, mismos que nos llevarán en más de una ocasión a la frustración si tenemos como único objetivo lucir como los hombres exitosos de internet, cuando hay acciones más urgentes que atender y que podrían hacernos sentir mejor con nosotros mismos. Es decir, basar nuestro éxito en pequeñas acciones, antes de los bienes y lujos. A continuación, te dejaré una breve lista de acciones que podemos emprender para sentirnos mayormente autorrealizados.
Salud
Como hombres adultos, debemos asumir la responsabilidad individual de nuestra salud. No sólo física, sino emocional. Tener a la par estas dos prioridades será fundamental para trascender en tu autorrealización. Atender nuestros achaques, prevenir enfermedades y visitar especialistas (sí, un urólogo) es una cultura que debemos emprender en nuestro cuidado. Por otro lado, la terapia ayuda a despejar las trabas emocionales e intelectuales. Hoy en día existen muchos tipos de terapias, desde el clásico psicoanálisis hasta métodos menos ortodoxos. El chiste es acercarte y probar donde te sea más cómodo. Cabe señalar que debemos tumbar la idea de “las terapias son para los locos”. El tomar terapia es una práctica de autocuidado y cuidado con los que te rodean. Por otro lado, tenemos que mencionar que la salud emocional y psicológica es tan importante como la física y en temas de salud como servicio básico, debemos decir que la terapia es un privilegio si basamos sus costos por sesión. Aunque si necesitas de ayuda psicológica y no cuentas con ingresos para cubrirlo, hay instituciones e iniciativas que cuentan con ayuda gratuita.
Ser adultos funcionales
Debemos dejar de esperar a recibir aplausos, halagos y creer que parecemos más “sexy” por lavar los trastes donde comemos, trapear el piso donde cada día pisamos y limpiar la taza donde cada día…bueno. Es decir, no somos superhombres por hacer labores domésticas que nos corresponden, sólo es hacernos cargo de nosotros mismos. Los roles domésticos han cambiado. Las labores domésticas no sólo se resumen en limpieza, también en los cuidados, en este caso de una pareja o de hijxs. En casa y otros espacios, debemos asumir las corresponsabilidades que nos permitan una dinámica de cooperación. Lavar, limpiar la casa, atender a los hijos, cocinar, coser, planchar y demás tareas de hogar, no nos harán menos hombres, pero sí nos harán más funcionales.
El derecho a fallar
Una de las falacias más incrustadas en nuestro deber ser como hombres es perder el derecho a fallar. Al parecer, el éxito sigue radicando en la apariencia de la perfección. Saber que podemos fallar no sólo conlleva saberlo, sino tomar una postura de asumir consecuencias y, aunque esto suena fatalista, el asumir consecuencias es también acercarnos a pedir perdón, escuchar la versión del otrx y tratar de entender lo que nos quiere decir, a pesar de ver amenazada nuestra posición de tener la razón, misma que al abandonar podremos acceder a un terreno más democrático de la palabra y la escucha.
También podemos fallar más allá de nuestras relaciones interpersonales, como en la escuela, el trabajo, un proyecto o simplemente en el plan del fin de semana.
Saber llevar nuestros fracasos no será sinónimo de debilidad o ineficiencia, sino de permitirse mejorar.
Como puedes ver, los retos del nuevo hombre exitoso no tienen que ver con poseer, sino con hacer y, por lo tanto, ser. El éxito debe ser democratizado desde los referentes que tenemos en la cultura pop. Entender que cada uno tiene su camino al éxito y que puede ser radicalmente opuesto al nuestro y nuestro sistema de valores y creencias. Perseguir el éxito, entonces, será una tarea del día a día y no aspiracional a lo que una industria quiere dictar como triunfo.
