Por supuesto, que disfrutar del sol es benéfico para nuestra salud y estado de ánimo. Nos carga vitalidad, energía y hasta podemos hacernos de un buen bronceado natural: ahí tienen a la icónica Gabrielle (Coco) Chanel, que no solo se encargó de revolucionar la indumentaria de la mujeres en los años 20, sino también cambió la idea de que la piel bronceada representaba el trabajo en el campo. Esto gracias a que durante su viaje por el mar Mediterráneo, adquirió un bronceado que aludía más “una buena vida” y dio la pauta para que llegara la moda de una tez tocada en exceso por el sol.
Actualmente, hay fieles seguidores de esta tendencia y millones que accidentalmente se unen, pero lo verdaderamente importante es informarnos sobre los daños que los rayos solares pueden traer a nuestra piel. Por ejemplo, exponernos demasiado al sol sin protección es casi sinónimo de envejecimiento prematuro. Estamos más propensos a desarrollar cáncer de piel y la aparición de manchas será inevitable. Por estas razones (y muchas más), es vital el uso de protección, incluso en aquella época de invierno, debido a la radiación UVA y UVB que a largo plazo, seguramente, traerá consecuencias.
Incorporar el bloqueador solar a tu rutina de cuidados diarios es algo que debes comenzar a hacer ya. El bloqueador es un agente, que como ya vimos, será tu aliado para combatir y prevenir problemas en la piel (principalmente la de tu cara). Y para que su eficacia sea precisa, necesitamos saber cómo funciona el producto en cuanto al factor de protección solar. El FPS de los bloqueadores o cremas solares se refiere al número que indica el tiempo de capacidad de defensa. Por ejemplo, con un FPS 30 estaríamos protegidos 30 minutos x 10 = 5 horas y así sucesivamente según el que elijas. Otra forma de entenderlo es en porcentajes; ejemplo: un FPS 30 bloquea el 97% y un FPS 50 bloquea el 99%.
Posterior a esto, es necesario entender que, sin importar la capacidad o porcentaje de protección, ningún bloqueador seguirá teniendo un buen resultado si no lo aplicamos al menos cada dos horas, debido a que después de este tiempo, seguramente, tu piel ya habrá sudado o la habrás tocado y retirado el producto.
Otro punto que no debes tomar a la ligera es confiarte en cuanto al uso de un protector caducado: sucede que muchas veces pensamos que no pasa nada si han transcurrido unos días o un par de semanas después de la fecha de caducidad de los productos de cuidado personal, pero en el caso del protector, es evidente que perderá todas las propiedades que te ayudan a cuidar tu piel del sol y que será tanto como no usar nada.
Aclarado lo anterior, también queremos sugerirte que no hagas uso de aceites corporales o para el rostro, esto es un atentado total. Recuerda que el protector solar es casi un medicamento que fortalecerá la salud de tu piel. La cultura entorno al uso de este producto debe hacerse más fuerte. ¡Incluirlo como parte de una rutina saludable de cuidados de la piel es fundamental!
