Las caricias, el palabrerío seductor, las miradas y toda la atmósfera que rodea al acto del coito en un estado preliminar, así como en la acción, son razones suficientes para que todo hombre goce de las actividades más placenteras que existen en la vida. Pero hay veces en que una sensación de tristeza embarga el alma una vez que la “calentura” termina y todo regresa a su lugar. ¿Es normal que suceda esto? Pues claramente no se puede generalizar sobre el tema, pero, ¿qué pasaría si en el momento en que alguien lee este artículo puede identificarse y darse cuenta que no es uno en un millón como pensaba y que hoy su padecimiento se encuentra justificado bajo un análisis científico?
De acuerdo a un artículo publicado en Mel Magazine, una revista dedicada a abordar temas de vida masculina, esto se debe a un fenómeno conocido como disforia postcoital o depresión post-coito, que durante los últimos años ha tomado fuerza su investigación.
La disforia postcoital está caracterizada por sentimientos de vacío, melancolía, tristeza, ansiedad o irritabilidad después de haber tenido un momento placentero, ya sea después de tener sexo, o bien, después de haber practicado la masturbación. Aunque por mucho tiempo solo se tomó de manera anecdótica, es una sensación que muchos hombres sufren hoy en día. Por un tiempo fue un fenómeno que se creyó más asociado en las mujeres, pero en la actualidad ambos pueden padecerlo.
Algunas de las razones por las cuales el hombre se puede sentir mal después de tener sexo es por el peso emocional que se le confiere y la presión que ésta pueda generar. Un sentimiento de culpa debido a una educación de índole religiosa, una relación que es dañina o una que probablemente sea sólo de una noche, entre otras más. Claro está que cada ser humano es diferente y pueden existir cientos de factores más como algún trauma por abuso sexual, sufrir de ansiedad o depresión, disfunción eréctil, etcétera.
No necesariamente tiene que pasar todo el tiempo pero si a menudo se llega a experimentar la sensación hostil entonces probablemente sea bueno pedir ayuda psicológica. El diagnóstico puede variar en cada persona y lo ideal es que si se tiene una pareja estable se platique con ella para poder encontrar soluciones al problema y en algún momento dado llegar a disfrutar del acto plenamente, inclusive, después del orgasmo. Hoy es común que muchas personas lo padezcan y no es un tema con el que alguna persona deba vivir, al contrario, es mejor reconocerlo y buscar la ayuda profesional adecuada.
El reflector de la disforia postcoital evidencia un siglo XXI que se esfuerza por despertar la masculinidad que por años quedó fetichizada por una cultura machista que poco a poco se desdibuja. Una cultura en la que posiblemente vivieron la generación de los padres o los abuelos y que indudablemente aún permea en el patrón mexicano.
El hombre de hoy es aquel que alza la voz para expresar cómo se siente y cómo realmente es. El que se hable de éste poniéndose triste después de haber tenido sexo es hablar de una ruptura estereotipada y es dar un gran paso hacia adelante por reconocer a los verdaderos hombres.