Desde que tengo uso de memoria, he sido una persona con un cuerpo considerado “extra”, algo que por alguna razón sigue teniendo muchas connotaciones negativas hoy en día y así crecí, viendo a mi cuerpo como algo malo, algo incorrecto, algo que no debía querer porque no estaba bien ser y tener el cuerpo que tengo. Además de tener peso extra, soy una mujer alta, entonces podríamos considerar que soy una mujer grande en más de un aspecto.
Y aunque en la actualidad es algo que suelo apreciar en mi persona, no siempre fue así y he hecho un recuento de todo lo que el despreciar e invalidar mi cuerpo generó en mí. Principalmente todo lo que dejé de hacer por miedo a verme mal sintiendo que, por ser una mujer gorda, no merecía disfrutar ciertas cosas.
Al ser mujer, crecí con esas reglas que existen en la sociedad de ser delicada, siempre prudente (a.k.a no digas lo que piensas, no uses mucho tu voz), tierna, cuidadosa, maternal y en mi caso personal al ser una mujer gorda, debía compensar mi peso con ser una mujer ejemplar y ¡Uuy! Ni hablar de mostrar abiertamente tu gusto por la comida porque aceptar que amo la comida era grotesco. Eso sí, ser “buena onda”, nunca tener malos días ni decir cuando algo no me gustaba… Básicamente ese papel de la gordita feliz que buscas ser porque ¿cómo una gorda va a agradar a la gente si no acepta todo lo que le dicen o hacen? Y aceptar el famoso -intento de- elogio: “para ser gordita eres muy bonita”, como si el hacer diminutivo la palabra gorda quitara el hecho de que para ti el ser gordo es algo malo.
Vaya, son reglas implícitas que al menos en mi entorno estaban muy marcadas y no vivo a través de esa época ni considero que las cosas sigan igual, porque, así como yo he cambiado y aprendido, sé que muchas otras personas también. Pero es un hecho que tuve una serie de experiencias donde se me recordaba de alguna manera que yo no merecía el mismo afecto o derecho a disfrutar ciertas actividades o incluso cierta ropa porque el ser gordo no está bien y, ¿qué generó eso en mí? Muchísima inseguridad y desanimo de hacer cosas que disfrutaba porque mi cuerpo no era “estético”.
Detestaba fervientemente lo que veía en el espejo porque por un lado no me gustaba y del otro lo que le gustaba a la gente de mí, no todo era real y eso me envolvió en una crisis de identidad que hoy en día sigo trabajando con la psicóloga.
Y yo hablo de mi gordura porque es algo con lo que vivo día a día, pero sé que hay personas que, por ser muy pequeñas o delgadas, lacias o rizadas, muy blancas o morenas y un montón de aspectos físicos que no entran en el patrón de perfección, que pueden hacer que nos limitemos a nosotros mismos a no hacer o probar ciertas cosas que quisiéramos porque no se ve bien.
Hablando desde mi experiencia, dediqué tantos años odiando lo que era que me perdí de muchísimas oportunidades para disfrutar lo que soy. Dietas, ejercicios, limitaciones, trastornos y obsesiones con verme bien siempre con un “cuando baje de peso seré valiosa, bonita y seré feliz” que no me di cuenta de que, en realidad yo podía ser feliz ya, en este preciso momento, así como era, con un cuerpo que ha estado conmigo en muchísimas batallas y que nos cuida, se acopla a mis cambios y me permite hacer tanto con solo decidirlo.
Mauricio Restrepo, un psicólogo especialista en la terapia cognitiva en la ciudad de Medellín mencionó en su artículo Aspectos psicológicos de la obesidad en adultos para la Revista de Psicología de la Universidad de Antioquia, que algunos factores psicológicos que pueden estar interrelacionados entre sí con el desarrollo de la obesidad son el estrés, la depresión y la ingesta emocional, con el objetivo de suprimir o atenuar emociones negativas y que no todo está relacionado a que “no comas bien” o no hagas ejercicio (algo que molestamente debo decir, se asume de los cuerpos gordos).
No quiero entrar en el discurso de preocuparnos por la salud del obeso por ser obeso porque no creo en él y tampoco quiero que aquellas personas que consideran ese discurso como una postura correcta, cambien de opinión con lo que yo pueda decir, pero sí considero que el peso y lo que conlleva, va mucho más allá de lo físico y es un trabajo personal diario el lidiar con él y que ayuda mucho que la gente deje de hablar de cualquier cuerpo en general, porque al final del día cada quién está saliendo o enfrentado muchas situaciones que la mayoría del tiempo se reflejan en nuestro cuerpo.
Algunas de las prácticas que me han funcionado para empezar a aceptar mi cuerpo y trabajar desde ahí los cambios que considero adecuados para mí han sido:
- Ir a terapia. Soy una de las personas que no se puede cansar de recomendar el ir a terapia. Hablar abiertamente de tus ideas, tus pensamientos, tus problemas es una postura muy valiente y el tener ayuda profesional que te oriente es de las inversiones de las que no te arrepentirás una vez que encuentres un psicólogo y una terapia adecuada para ti.
- Enfócate en toda tu persona. Aunque no lo parezca, eres más que un cuerpo y tu cuerpo no es solo para ser visto cual decoración. Muévete, úsalo y admírate de todo lo que es capaz de hacer.
- Si te gusta algo, póntelo. Muchas veces dejaba de ponerme ciertas prendas porque no se me veían como yo idealizaba y en lugar de adecuar la ropa a mi cuerpo, adecuaba mi cuerpo a la ropa. ¿Cómo hacía esto? Tapándolo, escondiéndolo con ropa holgada que no me gustaba nada. Claro que si te gusta está perfecto. Lo importante es sentirte cómodo y a gusto con lo que uses.
- Cuida el contenido que consumes en redes sociales. Seguir cuentas que hablen de la diversidad de cuerpos y que veas que no eres la única persona lidiando con esos problemas ayuda mucho a que aceptes lo que ves o te des una idea de cómo empezar a hacerlo.
- No te compares. Creo que hago mucho énfasis en las comparaciones, pero es que de verdad me ha ayudado utilizar las comparaciones que hago a manera de superación y no de reproche por lo que pueda faltarme o sobrarme.
Sé que es una situación en la que poco a poco vas a salir si así lo decides y si puedes recibir el apoyo y ayuda necesarios para ti. Lo que me funciona a mí, puede que no te funcione de la misma manera a ti y eso está bien, somos diferentes, pero eso no significa que no puedas cambiar algo de ti si no te gusta. Solo trata de identificar que eso que quieres cambiar de ti lo hagas en su mayoría porque es algo que te hace sentir bien a ti y es para tu bienestar.
Cuando comienzas a sentirte bien acerca de quién eres, la confianza y aceptación llegan y eso hace toda la diferencia para contigo. En lugar de enfocarnos en detestarnos y reprocharnos todo lo que no nos gusta, enfoquémonos en encontrar maneras de sentirnos bien sin culpas y recordando que tengamos el cuerpo que tengamos, merecemos respeto y amor de nuestra parte para con nosotros.