Parece prohibido expresar emociones. Tenemos miedo de decir te amo, tal vez por no ser correspondidos. Tal vez no le decimos a alguien que nos gusta por miedo a que considere que estamos siendo intensos.
Me educaron para decir te amo. El querer es un sentimiento de posesión, por lo tanto se considera egoísta. Así que lo que debíamos decir cuando teníamos sentimientos por alguien -que teníamos que tenerlos por mandamiento divino- era te amo. Con el tiempo entendí que el resto del mundo no tenía el mismo concepto que mi familia. Aún recuerdo las primeras ocasiones en las que le dije te amo a mis amigas, algunas me respondieron que ni su novio se los decía. Y ni hablar de la reacción de mis amigos heteronormados, me salvé de algunos golpes.
Peor cuando empecé a salir con alguien, si bien jamás fui de novios, las dos relaciones que tuve fueron difíciles por el cómo interpretamos la palabra amor. Poco a poco entendí que socialmente no está bien visto el manifestar amor, ya que podría interpretarse como una mentira. Con el tiempo entendí también que manifestar emociones de cualquier índole podían interpretarse como “intensear”. No nos gusta enfrentar nuestras emociones, mucho menos las de los otros. Peor aún cuando estamos saliendo.
A esto debo agregar que soy pésimo para interpretar indirectas. Mi pensamiento es simple y lo que escucho y veo es lo que considero para forjar mi criterio. Era complicado empezar a salir con alguien y ver que en acciones me demostraba interés y afecto pero continuaba usando aplicaciones de ligue. Pero de nuevo, me daba miedo hablar sobre el tema porque la otra persona podría considerar que yo estaba siendo intenso.
Creo que ese es uno de los principales problemas de nuestra generaciones, nos negamos a comunicarnos. Hablando con amigos y amigas sobre el tema me doy cuenta que es uno de los principales problemas al momento de formar una pareja. Damos por hecho muchas cosas, muchos pensamientos y esperamos que la otra persona actúe o piense de la manera que nosotros lo hacemos.
El problema es que no todos comunicamos y percibimos amor de la misma manera. Puede que tú educación no sea como la mía, y jamás escuchaste un te amo porque no era lo que se acostumbraba en tu familia. Tal vez tu manera de sentir afecto sea por medio de tiempo de calidad, de palabras de afirmación, puede ser a través del contacto físico o con detalles materiales.
Nunca vamos a poder saber a ciencia cierta qué es lo que el otro piensa o espera, ¿por qué no hablarlo? Tan sencillo como dejar en claro si estamos saliendo, qué es lo que esperas de estar saliendo o incluso si se decide formalizar la relación dejar en claro cuales son las “reglas”. Tal vez no quieres una relación monógama, tal vez no estás listo para tener relaciones sexuales aunque sí te gusta la persona, o puede que sólo esperes tener un nuevo sexfriend. Nada de eso tiene algo de malo, lo malo es no ser claro y hacerte perder tu tiempo y el de la otra persona.
Normalicemos el hablar de nuestras emociones. Procuremos hacer sentir a la otra persona en confianza para que pueda comunicarse sin el miedo a ser juzgado. Habla de lo que quieres y de lo que no quieres y por favor: ¡deja de adivinar! Eso sólo te ocasiona ansiedad.
Seamos responsables con nuestras emociones y las de los demás.