¿Cuántas veces hemos logrado algo que llevábamos anhelando por meses o inclusive años, y solo pensamos que lo hicimos gracias a un golpe de suerte? ¿A pura coincidencia? ¿Has estado en esa situación donde sabes que tu éxito es evidente, pero te sientes insuficiente?
Por si no lo sabías, estas dudas, falta de confianza o esa gran impotencia que te puede llegar a dar al ver tus logros pasar y no sentir que son tuyos tienen un significado y se llama: el síndrome del impostor. Para no hacerte el cuento largo, según Harvard Business Review: ‘Este síndrome se puede definir como un conjunto de sentimientos de insuficiencia que persisten a pesar del éxito evidente que estamos teniendo. Los llamados ‘Impostores’ sufren dudas todo el tiempo sobre sí mismos y una sensación de fraude ya sea intelectual o personal que anula por completo cualquier sentimiento de éxito o prueba externa de su competencia.’ ¿Te suena?
Algunos pensamientos comunes y emociones asociadas con el síndrome del impostor pueden ser el tan conocido para muchos y pensado a diario para otros: ‘No debo fallar’ ¿Te imaginas la cantidad de presión que te estás dando a ti mismo para ‘no tener errores’? Tantas responsabilidades, horas de sueño, nervios y estrés creados por la misma presión de no fallar pueden llegar a tener un solo resultado: la inhabilidad de disfrutar el éxito cuando por fin llega.
‘Seguro tuve suerte y gracias a eso me dieron el trabajo’. El no reconocer tus habilidades y atribuirlas completamente a razones externas es casi clave para este síndrome. ¿Y lo más interesante? A veces queremos tener compasión por nosotros mismos y creamos este tipo de barreras que, según Gill Corkindale (Coach y escritora especialista de Harvard): ‘Enmascaramos el miedo a no volver a tener éxito, a no tener otra oportunidad como tal después’.
Si te impresiono tanto como a nosotros, aprovecha para comenzar a verle el sentido a estos sentimientos. No siempre ponemos nuestros logros en situaciones externas por si solos, a veces nos queremos ayudar tantito y prevenimos el ‘futuro’ por si nunca llegan estas oportunidades otra vez. ¿Qué tal?
Si todo esto te ha sonado… no te asustes. Este síndrome es más común de lo que piensas y le pasa a quien menos lo hubieras pensado. Las personas que están ‘acostumbradas’ a tener éxito son los primeros en la lista ¿Y sabes qué es lo más impactante? No está relacionado del todo con tener baja autoestima o falta de confianza, a veces está conectado directamente con el perfeccionismo y es todavía más común en mujeres y académicos.
Pero ¿De dónde viene? Algunos investigadores creen que tiene sus raíces en estas ‘etiquetas’ que a veces nos ponen los padres desde la infancia o la misma sociedad. Para ser más claros: ¿Cuántas veces hemos escuchado que un niño es ‘sensible’ o ‘inteligente’ desde temprana edad? A veces, desde pequeños nos llenan la mente con pensamientos de superioridad que nos hacen creer que somos ‘perfectos’. Y aunque esto puede sonar positivo, puede crear este tipo de síndromes en nuestra cabeza que no nos aportan nada bueno.
El no sentirte suficientemente bueno, el pensar que algún día se darán cuenta que no eres tan exitoso, agradecer a ese alguien que seguro cometió un error y por eso tienes lo que más anhelabas, son razones que también se unen a este síndrome.
‘Okay okay ya entendí, pero: ¿Qué puedo hacer para no tener estos pensamientos otra vez?.’
- Reconoce estos sentimientos cuando comiencen a presentarse. ¿Por qué lo estás pensando? ¿Qué te hace sentir así?.
- Re-programa tu mente: ‘Sentir que no merezco lo que tengo no significa que realmente no lo merezca’.
- Si fallas, siempre agrégalo a tus aprendizajes para el futuro. (Y estas mismas fallas no te definen como persona).
- Habla de tus sentimientos, y si no te gusta hablar, escribe. Muchas veces nos podemos dar cuenta de muchas cosas cuando entendemos a nuestra mente.
- No seas tan duro contigo mismo. A veces no nos damos cuenta de lo mucho que nos exigimos, y al hacerlo dejamos pasar tantos momentos que podemos disfrutar.
Comienza a ver tu vida de forma distinta, prémiate y valórate. Dejar tus metas alcanzadas en manos de la suerte a veces no es el mejor plan y la verdad te quitan esa oportunidad de hacerte sentir bien. Si te lo ganaste, es tuyo. Tu trabajo, dedicación, años de preparación y conciencia rinden frutos. Suficiente tenemos con la sociedad como para que te hagas sentir inferior a ti mismo. ¡Lo mereces todo y más!