El pasado 30 de marzo se celebró el Día Mundial del Trastorno Bipolar y tal como otras festividades, este día sirve para visibilizar la importancia de este padecimiento que desafortunadamente afecta a 140 millones de personas en todo el mundo, siendo una de las principales enfermedades que puede causar distintos grados de discapacidad y aún así, ser una de las menos atendidas.
Este trastorno afecta aproximadamente al 1% de la población en el mundo y afecta con la misma frecuencia, tanto a hombres como a mujeres. Se ha descubierto que la causa de esta enfermedad es multifactorial, principalmente biológica que afecta al sistema límbico: el encargado de regular las emociones, factores endocrinos como el cortisol y las hormonas. Sin embargo, también pueden existir situaciones estresantes, tanto psicológicas como sociales que pueden detonar su aparición.
Las situaciones con alto nivel de estrés o acontecimientos vitales pueden, en un principio, desencadenar episodios depresivos o maníacos que posteriormente pueden, si es que no se tratan a tiempo, generar un trastorno bipolar. Además, el consumo de drogas puede incidir en el desarrollo de esta enfermedad, así como determinados fármacos como corticoides, los cuales tienden a desencadenar episodios maníacos, por lo que es muy importante diagnosticar a tiempo esta enfermedad.
Los síntomas del trastorno bipolar pueden variar, entre ellos: una persona con este trastorno puede presentar síntomas maníacos y depresivos, estos episodios pueden ocasionar sintomatología con duración de una semana, dos o quizá más; en estos capítulos los síntomas pueden durar la mayor parte del día, entre ellos, los sentimientos intensos en conjunto con cambios en el comportamiento, niveles de energía con muchos altibajos. Algunos otros de los síntomas pueden ser:
En el caso de los episodios maníacos: sentirse muy optimista, animado, eufórico o bien, extremadamente irritable o sensible. Sentirse sobresaltado o nervioso, más acelerado que de costumbre, sentir que sus pensamientos van muy rápido, tener menos necesidad de dormir, hablar muy rápido sobre muchas cosas diferentes (“fuga de ideas”), tener un apetito excesivo por la comida, la bebida, el sexo u otras actividades placenteras; pensar que se pueden hacer muchas cosas a la vez sin cansarse y sentir que es inusualmente importante, talentoso o poderoso.
En caso de episodios depresivos: Sentirse muy decaído, triste o ansioso; sentirse más lento o inquieto, tener problemas para concentrarse o tomar decisiones, tener problemas para conciliar el sueño, despertarse muy temprano o dormir demasiado; hablar muy despacio, sentir que no tiene nada que decir u olvidar muchas cosas. Perder el interés en casi todas las actividades, ser incapaz de hacer hasta tareas sencillas, sentirse sin esperanza o sin valor; pensar en la muerte o el suicidio.
Para diagnosticar este problema es necesario que un médico pueda hacer un examen físico completo; solicitar pruebas médicas para descartar otras enfermedades y realizar una evaluación de salud mental. Se diagnostica el trastorno en función de su gravedad, duración, frecuencia de los síntomas y las experiencias de la persona afectada; conforme a los resultados de estos análisis, se puede determinar si una persona tiene trastorno bipolar I, trastorno bipolar II o trastorno ciclotìmico.
Como toda enfermedad, este trastorno se debe tratar de manera autónoma, es necesario que un profesional haga un análisis a fin de poder determinar el tratamiento requerido, el cual puede incluir medicamentos, psicoterapias y en algunas ocasiones, los especialistas recomiendan otros tipos de tratamientos como: la terapia electroconvulsiva, la estimulación magnética transcraneal y terapia de luz.